Vamos por el mundo intentando demostrar que podemos con todo. Nada más lejos de la realidad. Vendemos humo blanco con diseño vanguardista envuelto en un lazo rojo con sello de calidad, pero al final el humo se esfuma y queda la esencia, lo que de verdad importa.

Los americanos creen en el self-confidence como valor en alza frente a la imagen de ejecutivo agresivo o autoridad intocable. Ya no sirven los estereotipos donde primaba la especialización en una actividad y la dedicación plena a su desarrollo. En la actualidad la polivalencia y la capacidad de adaptación se convierten en los valedores de un trabajador eficiente y eficaz.

Invertimos en potenciales capacidades negociadoras, en futuros líderes de equipos o en perfiles negociadores para desafectar la empresa al ego. La orientación laboral se dirige desde el objetivo de crear sinergias que generen resultados en constante evolución. Pero cuidado, no nos creamos héroes ni salvadores de la patria, eso ya no se lleva, no sirve de mucho en un mundo globalizado donde nadie es imprescindible y donde las máquinas te sustituyen sin remedio. No malgaste energías en sobresalir, sé prudente y cauto, espera el momento adecuado y dedica tu tiempo a sembrar en una posición discreta. Ya no se premia la inteligencia o las horas de trabajo en la oficina, el premio viene cuando menos te lo esperes y sin buscarlo. Hay que estar ahí, desearlo y visualizarlo, pero sin estridencias.

Quítate el disfraz y la máscara y comienza a enseñar tu verdadera cara, la de persona, la de alguien que intenta posicionarse en un mercado cada día más complicado donde la creatividad y la innovación toman el mando del liderazgo y el éxito.

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