Podrá parecer una afirmación prepotente, pero mi padre fue uno de los precursores de las Redes Sociales, ‘Community Manager’ de los años 70. Sí, mi padre es radioaficionado desde hace más de cuarenta años, siempre vinculado a las nuevas tecnologías, entablando conversaciones a larga distancia con sus cientos de amigos repartidos por el mundo entero, conocido por ellos a partir de su indicativo EA8HZ, lo que nosotros denominamos en Twitter o en Facebook como ‘nombre de usuario’.
Mis hermanos y yo crecimos al ritmo de la altura que alcanzaba la antena de mi padre para interceptar nuevos amigos o QSL, cada vez más alejados, y lograr mayor nitidez. Rodeados de aparatos exclusivos para la emisora que él mismo fabricaba, escuchando términos como URE (Unión de Radioaficionados Españoles), circuito integrado, cambio y corto, banda ancha, QRL (frecuencia ocupada)… Hasta mi hermana Marise balbuceaba entre sus primeras palabras aquél mensaje tan repetido como cotidiano de escuchar en casa: ‘Pabbo en fequencia – Pablo en frecuencia-‘, cuando apenas tenía dos años.
Cómo imaginar que ambos mundos, social media y radioaficionados, comparten tantas similitudes bajo distintas denominaciones: el mapa de la comunidad, los nuevos contactos, las listas de favoritos, los hastags, el muro o el timeline…
En España 30.000 personas practican la radioafición, y en Canarias más de 1.000, un hobby que lejos de extinguirse con la llegada del teléfono móvil, de internet y las redes sociales, se mantiene activo, fiel a sus principios basados en la incesante curiosidad, el interés por la tecnología y el afán de servicio sin fines de lucro. Una vocación que, en la era de la inmediatez, sigue atrayendo a millones de personas en el mundo y que se mantiene como el único sistema de comunicación en catástrofes, cuando la electricidad y los satélites fallan. Es cierto, aunque no haya electricidad y no funcionen los satélites, se puede mantener la comunicación con cualquier punto del mundo y desarrollar una respuesta ante la emergencia, solo con una batería y unos cables.
A lo largo de su historia, la radioafición ha hecho contribuciones significativas a la ciencia, la ingeniería, la industria y los servicios sociales. La investigación realizada por operadores de radioafición ha fundado nuevas industrias, construido economías, empoderado naciones y salvado vidas en momentos de emergencia.
Por su parte, en sólo diez años, Facebook ya cuenta con más de 1.230 millones de usuarios registrados, y empezamos a cuantificar los infinitos usos de las redes sociales en internet, como instrumento de apoyo a la labor educativa, de divulgación científica, también solidaria y altruista… Mientras las RR.SS cosechan sus propios éxitos y las nuevas generaciones de radioaficionados crecen, la emisora de mi padre, el único medio que nunca nos deja colgados, sigue encendida.
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